"A veces (éstas son mis pesadillas más terribles) me veo reflejado en un espejo, pero me veo reflejado con una máscara. Tengo miedo de arrancar la máscara porque tengo miedo de ver mi verdadero rostro"
Jorge Luis Borges
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Füssli - The nightmare |
Leotaldo Dutchens, era un intelectual como cualquier otro (de los pocos que ahora existen) con una erudición literaria comúnmente envidiada por profesores de literatura y pseudo-intelectuales engaña-damas cualquiera.
Profesor de esperanto por vocación y editor de una revista sensacionalista por supervivencia, poco de su vida profesional, sin embargo era de envidiar, si no mas bien, de ridiculizar.
Por todos era bien sabido que Leotaldo dormía poco, debido a su gran afición por los libros, eso lo supo cierta vez su mas fiel discípulo Cans Hastorp, cuando encontró en su apartamento dos ediciones del Diccionario Jázaro (versión masculina y femenina), subrayados hasta las variantes mas insignificantes de encabezados y cuadros sinópticos enumerados por orden de religión, autor, época, etc. Era pues, bien entendido, un religioso de las letras.
Aunque para muchos, el mayor de los infiernos puede ser la cabeza de la mayoría de los hombres (o lo que no hay dentro de ellas), para Leotaldo mas que cuestiones románticas sobre el saber o el ignorar, su existencialismo derivable en la lectura venía dado mas bien por una cuestión Nodierica, habiendo este encontrado su Smarra, detrás ya fuera, de la puerta de marfil o de la de cuerno.
De esto, únicamente se entero una antigua novia quién vivió con él. Al conocer esa cara asustadiza de Dutchens, escudándose tras libros, evadiendo al reino de Morfeo, tan hostil para él; comprendió que aquello, que muchas veces visualizamos como la complejidad en las personas, viene dado, mas bien por cuestiones simples o causales (inclusive mecánicas), que por encumbraciones conceptuales o intelectuales.
¿Qué demonios visitaban a Dutchens en sus pesadillas?
Esto fue algo que esta chica inquirió mas de una vez a Dutchens, a lo cual, este siempre esquivó.
¿Que puede llenar de pavor a un hombre que ni la propia humanidad concibe infundir temor alguno? ¿Que se puede presentar en un mundo que se pinta de infierno, diferente, de aquello que en el infierno terrenal mismo se vive?
Amarse a uno mismo es el inicio de un hermoso romance que dura toda la vida solía decir cierto escritor irlandés del siglo XIX, pero... ¿y si no se gusta o concibe amar aquello que se encuentra ser?