Manolo García
Hace exactamente un año deje mi país para realizar mis estudios de maestría, durante este a veces largo y a veces corto período, he vivido en 4 países (Francia, Italia, Inglaterra y España), y he visitado otros 6 (Polonia, Holanda, Bélgica, Gales, Suiza y Croacia).
Mi vida, sin lugar a dudas ha cambiado, mi manera de ver las cosas y de pensar en lo referente a diversas temáticas, de igual forma lo ha hecho, he llegado a preguntarme cuando es que he aprendido más ¿si acaso estando en las aulas de clase o fuera de ellas?, la verdad es una interrogante que aún no logro responderme, lo cual debe ser bueno. Pero lo más importante, creo, es la madurez que como persona he adquirido y mi vida en ella adecuándose, como una irreverencia, tan cosmopolita, intelectual y simple a la vez, que bien pudiera ser una historia escuchada de boca de Cans Hastorp.
¿Qué se siente vivir lejos del hogar? ¿Cómo se vive lejos de la familia y los amigos?
La verdad no es nada fácil, mucho menos cuando a tu llegada no te espera nadie más que la vida vestida de una extraña, incógnita para la cotidianidad y ajena a la proximidad en su más integra forma.
Llegue un 4 de Julio a Francia, un día domingo soleado, caluroso para los ojos sorprendidos de un latino, y como antes lo comente en otra entrada, a una tierra nueva, esperando a ser labrada y cosechada, esa que bien nos recuerda a los cuentos de Hans Christian Andersen, aquellos que nos enseñaban a soñar y a empezar a comprender los valores otrora inherentes al ser humano, olvidados en estos tiempos, dónde el sentido común parece estar demasiado ausente o pasado de copas.
¿Cuántas personas conocí en mi primera semana en Angers? Muy pocas, conocí amigos, amigos que seguramente recordarán al igual que yo al pasar los años, haber caminado de lado a lado, cargando maletas y cacerolas, hablándonos en una lengua extraña a la que nos enseñaron nuestros papás, cosmopolita debe ser el ver a un grupo de jóvenes de todas partes del mundo hablándose en francés, en el fondo y como solo nosotros lo sabemos, era más que un lujo una necesidad, necesidad que en cierto momento se mete incluso en nuestros sueños y se convierte no en más que una herramienta, casi como aquella imagen que dibujaba Wilde de una pala.
Mi master se dividió en 4 etapas, las cuales trataré de abordar de manera esporádica:
Angers, Francia.
En Angers es dónde mis estudios se desarrollaron de manera inicial, acá empecé a conocer todo lo referente al mundo de los “terroirs”, complementándolo con la parte tecnológica que implica la realización de un producto local o tradicional para no alterarlo. Y obviamente todo el romanticismo que desde los vinos, ha acompañado a los alimentos franceses en su elaboración. Hay un momento, luego de terminar un reporte de colorimetría (en francés), que uno se dice: –y antes de lo que me quejaba…-
Esto desde el punto de vista académico, desde otros puntos de vista, Angers sin duda significo mucho para mí y estoy seguro para todos, como olvidar tantas cosas que ahí viví junto a los amigos, la casa de los extranjeros en dónde las fiestas nunca tenían fin al igual que los cuartos con los que contaba la casa, la alegría de algún francés erasmus en España al encontrar a un hispanófono, las semanas tecno de Rennes, los Auberges, las cenas compartidas en la residencia, en fin, tantas cosas que difícilmente podremos algún día olvidar.
Piacenza, Italia.
En Piacenza y luego de mis vacaciones navideñas, recomenzamos el master en Italia, específicamente en Piacenza, una de esas ciudades que mayormente podrían pasar desapercibidas, de la Italia Rica, la Italia del Norte. Nuestro programa para Italia eran dos: primero análisis sensorial a fondo y el segundo, viajar.
Debo decir sin temor a equivocarme, que en los 2 logramos el cometido. Una sesión de análisis sensorial cada dos días, incluyendo desde chocolate, café y embutidos, hasta parmigiano reggiano de 10 años y vinagre balsámico de barricas de 100 años. En lo referente a los viajes, pues desde pueblos minúsculos hasta las ciudades top como Milán, Florencia y Venecia. Lamentablemente y debo reconocerlo, me fui de Italia con la deuda del sur, deuda que espero saldar el próximo año.
Newport, Inglaterra.
Creo que a ciencia cierta, nadie sabía que esperar de Newport. Un pueblo que según Wikipedia es conocido por alcanzar las temperaturas más bajas de Inglaterra y por la extraña presencia de una mujer fantasma que ronda el pueblo. Un pueblo dónde la cantidad de personas es similar a esa de nuestra Universidad, que no pasa las 3000.
Nos esperaba el campo, nos esperaba una vida aislada, una especie de dimensión desconocida dónde al entrar todo el exterior se paraba. Así pasamos cuatro meses y medio, entre términos que nunca olvidaremos como supply chain, commodities, risk management, etc., entre recorridos diarios de 5 millas en Bici, lluvias intransigentes e incansables, cenas caseras, guinnes, cheddar con cebollínes y hummus.
Valladolid y León, España.
¡Qué bueno volver a hablar español!
Visitas de todo tipo fue lo que vivimos por acá, La Rioja, El Bierzo, León, lugares de verdad que jamás hubiera pensado iba a tener la oportunidad y la fortuna de conocer, noches de tapas, el calor y que te pregunten de dónde viene el acento. Corridas de toros y ferias de pueblo, reencuentro con viejos y grandes amigos y finalmente, la capital europea de la cultura y cuna del Morrison español.
Que fortuna con la que conté sin duda de haber tenido el año que recién ha pasado, de la oportunidad que tuve de aprender todo lo que he aprendido y de conocer a toda la gente que ahora conozco y llamo mis amigos.
Pero algo sin duda, de lo que no he hablado, y que en gran medida ha marcado mucho este año para mi, es el haber conocido a esa persona que tanto buscaba, a quién paradójicamente, encontré cuando no buscaba. Quién diría que las flores crecen tan bien en las vías del tren.
Viajes
Polonia: La tierra prometida
Croacia: Impresionante, más de 1000 islas y balcánicos tan calurosos como el adriático en verano.
Holanda: El orden del desorden. Inmorales diría un católico, ahí no matan les diría yo.
Suiza: El país del renacimiento, eterno.
Bélgica: Canadá de Europa.
Gales: ¿Por qué nadie habla de Gales?.
Cliches y tonterías
- Para los franceses El Salvador está en Suramérica (incluso en Brasil) y hay una democracia porque antes había un dictador (“antes” entiéndase no más de 5 años).
- Una italianas cierto día me dijeron (ellas en italiano y yo en español): que entre hispanos e italianos nos entendemos más, pues ellas gustan de hombres más masculinos.
- La casera italiana a una compañera: “Hay una chica sudafricana, pero es normal, no es negra”.
- En un libro de cocina típica inglesa venía la receta de “Chilli con carne”, como la abuela solía hacerlo.
- En España (el país de los sobrinos) tienen la impresión que los enanos son las personas que más se divierten en el mundo.
- Un español explicando porque las mujeres hacían la selección de vegetales en su planta luego que trate de excusar su machismo de una manera digamos técnica: “además de por qué cocinan es en realidad porque cuando los hombres iban a la mina, las mujeres se quedaban en la casa y esta era su fuente de ingresos…”
- Recuento de amigos que hice en Newport:
1) Un librero loco con problemas de memoria que el último día se acordó de mí, me dijo que era un buen tipo y me dio un libro.
2) Un taxista extraño cuyas únicas veces que pedí un taxi fue el quién vino, que contaba historias de como Newport del centro de Inglaterra alguna vez fue un puerto, quién siempre me dijo que estaba por mudarse a Italia y que por último me comentó de dónde pensaba conocer mi cara, según el resulta que me parecía mucho a un amigo suyo que es mitad inglés y mitad jamaiquino.
3) El equipo de fútbol de la Universidad, para quienes yo era un estudiante de comunicaciones de un país como "ecuador o algo así" a quién habían traído a Harper Adams únicamente por haber hecho 200 goles en una liga local y por eso del papeleo me habían metido en agronegocios, nada serio.
Tren Valladolid-Bilbao, Uztaila 2, 2011.
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