A lo mejor no fuese 16 de junio, y más que por una lotería, fue otro hecho que motivó a Cans a hacerlo.
Por la mañana se despertó empapado en sudor y asustado, volvió a tener el sueño de su infancia. Si bien no es un gran creyente de algunas cosas, mantiene ciertos temores a muchas otras. Tener la misma pesadilla que a los ocho, ciertamente lo desconcertó.
¿Cómo pudo soñar esto? y lo peor de todo, con esa precisión exacta, diferenciándose únicamente por los contextos espaciales de sus dos etapas. No era una ventana clavada con tablas de madera, sino una cortina de madera la que ahora al despertar no le permitía salir de su apartamento. La habitación era roja en las dos escenas, y al salir se encontraba con dos soles, en un desierto que parecía inacabado y aún siendo alumbrado por estos astros, era oscuro. El versículo 3 y 5 del capítulo 1 del Génesis parecían ahora tener sentido. Sentido más no respuesta.
Lo decidió, leería Ulises en 24 horas.
Dadas las circunstancias Cans decidió leer "El retrato del artista adolescente" como prólogo. Es al fin y al cabo, un justo merecimiento.
Pero no solo ello le bastaría evidentemente para lograr su cometido. Su elitismo aparte de todo, es interdependiente de su gastronomía, y en condiciones así de particulares, no podría honrarla de justa manera. El elitismo pues, tiene su derecho de hacer su uso del etilismo. La decisión a tomar no podría ser muy complicada, una dotación de negras irlandesas bastaría.
Empezó a las nueve de la noche con "El artista...", previendo 3 horas para terminarlo y empezar en punto de las cero horas Ulises.
La escena del perro le causaba un pánico demasiado profundo, su dotación etílica se vio disminuida casi a la mitad al llegar a esta parte.
¿Cual es la manera de destruir el honor de su adversario? Ridiculícelo en la primera página de su más grande obra.
El onirismo y el onanismo convergen al pasar la medianoche, si existe alguna diferencia entre ellos, es prácticamente imperceptible. ¿Que pasa si el segundo es uno acuático?
Instantes más tarde se encontraba explicando a un grupo de eruditos una extraña tesis sobre Shakespeare, tesis que ciertamente creía, pero por algún extraño temor confesó a sus interlocutores, no compartía.
Estaba en una taberna, terminando la dotación etílica junto a... junto a el mismo, pero mucho más joven. Su Yo joven lo vio con admiración y su Yo viejo, con vergüenza. No quería hablar más. Nunca sintió tanto miedo como ese que sintió al momento de percatarse que en realidad era un espejo.
Se despertó en una biblioteca del centro. El librero le preguntó cuales eran sus impresiones de haber leído Ulises en tiempo real. Francamente no lo recordaba. Le pidió que le pagará el libro que tenía en las manos, 7 euros es mucho quizá pensó en un primer momento, pero no es fácil encontrar "La genealogía de la moral" en español en el centro de Burdeos, al fin y al cabo.