Hace un tiempo atrás
escribí una entrada
en este blog, sobre mi vida en el café, era sobre todo una reseña de lo que
había sido mi vida profesional en el café. De igual manera lo hice en el blog
profesional de la empresa (francés e inglés).
La vida en el
café no siempre es simple, un día puede darte una tristeza, y el siguiente te
lo multiplica por 10 en alegrías. Hay dos cosas que son seguras en el café: la
primera que es un producto noble, que supera casi a cualquiera que lo trabaje…
y una segunda, que una vez entras a este mundo, jamás saldrás del mismo, es una
pasión que dura toda la vida.
Mi vida
profesional en el café, empezó una tarde de diciembre, hablando de como aprendí
a andar en bicicleta en un beneficio de café. Continúo en un laboratorio,
tostando y catando. Y evoluciono hacia la vida comercial. Algo es claro, de la
primera a la última etapa, todas han incluido un componente importantísimo,
hablar de café. Hablar de verdad.
Hay cosas que son
difíciles de vivir, cuando estas al medio del camino. Unos precios bajos
favorecen al tostador, a sus consumidores… esos mismos precios, si son
demasiado bajos, matan a un productor, su familia y la gente que vive detrás de
ellos. Un mercado especulativo y ridículo como el de hoy, le hacen daño a todo
el sector. Nunca voy a entender la especulación, nunca voy a entender como un
producto tan noble tenga su hogar en la bolsa, y que su precios, sean decididos
por gente que nunca en su vida ha agarrado una cuchara para catar un café.
El mercado de
café es muy difícil de entender, a veces ni siquiera hay que intentar
comprenderlo, no tiene sentido.
Por el otro lado,
y sobre lo que más me gusta hablar, el café es un producto noble. El café es un
producto que te regala amigos para toda la vida, que te permite conocer
personajes a quienes admiraras toda la vida. El café, es un producto que va a
entrar en tu vida, que se vuelve parte de ella.
Lo bueno de tener
sueños, es que te permiten soportar cualquier adversidad para conseguirlos.
De esas
revanchas de la vida
Cuando terminé el
colegio, quería estudiar literatura. Caminar la adolescencia con Salinger,
Hesse, Wilde y Dostoievski te crea ideas. Ideas de vida demasiado peligrosas si
vivís en un país pobre, donde es pecado
no hacerte ingeniero si tenés las mejores notas en física y química. De haber
vivido en un país desarrollado, a lo mejor hubiese seguido ese sueño de ser
escritor y periodista, de esos cínicos, como Vian o como Bierce. Nunca sabré
que hubiese devenido de seguir este camino, para consolarme, a veces pienso que
siendo un escritor hubiese escrito un libro sobre el café (las pasiones de la
infancia nunca mueren), pero que sabiendo tan poco (profesionalmente) del café,
a lo mejor no hubiese pasado de ser un libro bien escrito, con información técnica
risible para un profesional… que consuelo, ja.
Pero bueno, la
vida te da revanchitas. Hace poco más de un año comencé un proyecto de comunicación
en la empresa. Bien entendido, las redes sociales (Facebook, Twitter, Blog…). Desde
que lo empezamos, ha sido uno de mis grandes placeres, desarrollar escritos,
que al día de hoy todavía me impresiona el alcance que han tenido en Francia y
Europa. Tanto ruido hemos hecho, que hasta nos han publicado en revistas de
prestigio en el mundo del café (Roast
Magazine, Tea
and Coffee Trade Journal, etc…).
Un día de
bonheur, una noche larga, y un
artículo madrugador publicado gentilmente por Aida (que motiva a cualquier persona que
se va a considerar siempre una joven promesa… o un ingeniero que a pesar de
tener su cartón hace más de 5 años, como Hans Castorp, en su cabeza aun no
empieza su ingeniería), me dieron esas chispitas que me hacían falta para volver
a darle unas palmaditas a mi blog…