sábado, 31 de julio de 2010

Metempsicosis

"I told you that we could fly 'cause we all have wings, but some of us don't know why"
Michael Hutchance


De regreso a Bruselas y sin 1 euro en mis bolsillos, a cambio de mi cámara pude cubrir el costo de mis últimas comidas, sin embargo no alcanzaba para el de la marcha en el camino, el último recurso que quedaba era mi pulgar levantado, para el autoroute. Más de una hora en el camino sin encontrar alguien que pudiera conmover a llevarme, hasta que una joven pareja se detuvo, y preguntándome en francés hacia dónde iba, les respondí que a Bruselas, y riendo me invitaron a subir.
Me explicaron que Bruselas quedaba aún muy lejos, como latino ignorante tuve que disculparme por haber caído en el viejo adagio que Europa cabe en un centro comercial, me ofrecieron una noche de alojamiento y comida en su casa, y la promesa del siguiente día llevarme a la estación de la ciudad más cercana, para lograr arreglármelas de alguna manera a tomar el tren.

Eran una pareja joven y con un bebe en camino, demasiado joven para traer un bebe... a Francia, en El Salvador ya tendrían 4 y la mayor fuera una adolescente en miras de perder su virginidad con un niñito que se viste como homosexual y sin embargo se siente el más macho cuzcatleco, además del más listo, misma perspicacia que muy probablemente los vuelva a hacer tener hijos a la misma edad que sus antecesores.
Era una casa en el campo, desde que llegamos se quitaron sus zapatos, una mesa de billar, un poster con simbología inca y otro del león de Judah colgaban de la sala de estar, me dijeron que si podía ayudarlos a recolectar champiñones de su huerta que se encontraba detrás de la casa, al momento que la joven señora ponía algo de Bob Marley, debo confesar que en un momento de morbosidad, me imagine podrían ser de otro tipo de hongos.

La noche y mi estadía estaban siendo de lo más placenteras, salvo por la música (sinceramente nunca me había detenido a escuchar una canción de Bob Marley, es increíble la estupidez de sus letras) y una gata que se asomaba sobre la mesa de billar.

Las charla como típica entre latinos y europeos transcurrió, un europeo te dice todo lo que en toda tu vida no has podido entender de tu país, porque estás mal, porque somos pobres y porque de alguna manera es de nuestra pobreza dónde deriva nuestra felicidad que no entendemos de dónde viene pero nos impregna, y por mi parte, un latino atento, callado, que muestra interés y casi agradece el que le hayan abierto los ojos ante la realidad que estaba ante sus ojos, cuando en realidad debería decirles que se callaran y no hablaran idioteces.
En toda esta charla estaba cuando el gato me hizo centrar mi atención en su proximidad (cosa que la verdad no me costo hacer mucho), se empezó a frotar en mi pierna y cuando menos sentí salto a mi regazo y constantemente buscaba mis manos con su cabeza, debo decir que me incomodo, de verdad detesto los gatos, ante esto, ellos admirados me dijeron que esa gata en realidad era no muy amigable, y prefería alejarse ante extraños.

Empezó a no molestarme tanto el acariciarla, y lo que al principio hacía por cordialidad, empecé a hacerlo por convicción, y luego fue que paso, la gata me vio a los ojos, me perdí en sus ojos, me sentía hipnotizado, poco a poco iba adentrándome en ellos, era como ver a una mosca en su volar y tomar sus alas con la imaginación, deje de ver todo y pase a ver todo a la vez, me vi en una pequeña localidad rusa, era el invierno y era implacable, una Luger colgaba de mi cintura, y ahora los ojos en los cuales me había perdido, no estaban en la gata, estaban en una joven mujer rusa, una prisionera que me pedía un poco de pan y queso, mis demás compañeros se burlaban de nuestros cautivos, quienes a diferencia de nosotros no llevaban uniforme, me conmovió, me conmovió el escuchar su ruego de hambre, pero cuando la vi directamente a los ojos, ese sentimiento de conmoción paso a ser otro, me sentí enamorado, profundamente enamorado, supe en ese instante que era la mujer con la que quería pasar el resto de mi vida, a quién quería hacer reír hasta el último día que dejara de respirar, le ofrecí un poco de pan, y sentí de su parte el mismo sentimiento, el amor tiene un lenguaje propio, yo sin hablar ruso y ella sin hablar alemán, comprendimos que regresaría al caer la noche, para hacernos uno, y perdernos en la inmensidad de todo lo que ante nuestra vista se abría.

Regresé a medianoche por ella, junto a los barrotes de la celda esperaba, todos los demás prisioneros seguramente pensaron que era el momento de perder su vida o su honra, nosotros sin embargo, sabíamos que era algo más por lo que llegaba, sin protesta alguna ni con atrevimientos de ningún tipo y con resignación me vieron los demás prisioneros tomarla del brazo y sacarla de la celda.
Era un camino largo y frío el que nos esperaba, bajo el cobijo de unos pinares entregamos nuestras almas el uno al otro, mismo lugar era más que ideal para esperar el sol.

A la mañana siguiente partimos, a un pequeño pueblo sin percatarnos llegamos, compramos un poco de pan y una bebida con alcohol que no me terminaba de gustar, pero que ayudaba a pasar la nieve, a la salida del pueblo venían unos soldados rusos en nuestra dirección, me vieron de reojo y sentí como esa vista se posaba sobre mi y se negaba a levantarse, ellos sabían que era alemán, no cabía la menor duda, me saludaron en ruso y dije el único saludo que sabía en ruso, pero era evidente que no logré engañarlos, ella empezó a hablarles con angustia pero de nada sirvió, se abalanzaron sobre mi y ella trato de detenerlos, quise alejarla lo más que pude pero me fui imposible, el ruso había descargado ya su pistola, cayo en mis brazos, sus ojos de nuevo volví a tener frente a los míos, esos ojos ahora eran de angustia, esos ojos me veían morir, y sobre mí se acercaba la joven pareja, haciendo esfuerzos inútiles por auxiliarme, ¿como iba a saber que era alérgico a ese tipo de champiñones?, desesperada, la joven mujer tomaba el teléfono, mientras que su marido trataba de quitarme de encima a la gata, que se negaba a desprenderse de mi, sus ojos fueron lo último que vi...

Desperté, tenía una vista un tanto distinta, quizá multiplicada, mis extremidades parecían conjeturar planes malévolos, y con extrañeza sentí como se extendían mis alas, volar será una ventaja para encontrar esos ojos nuevamente...

miércoles, 14 de julio de 2010

Poquitivismo.

"I put a spell on you because you're mine, you're mine"
"I Put a spell on you" de Screamin' Jay Hawkins

Mi trabajo me ha llevado a conocer diversos lugares y entrar, o al menos intentar entrar, en las mentes de muchas personas, soy pues un busca talentos literarios, es menos elitista de lo que se escucha y quizá un poco más mal remunerado de lo que usted se imagina estimado lector.

He conocido de todo tipo de personajes, desde tipos sin mayor talento alguno, mujeres con sueños solo más grandes que sus corazones, haciendo escala forzosa en los vomitivos comprometidos, hasta aquellos que con un café en un bar cualquiera son capaces de hacer la novela más bien pensada, y en los lugares más contrastantes posibles, viajando sin documentos desde San Salvador, con paradas por Berlín, Torun y Londres, hasta la maravillosa tierra de los campos de lavanda de Aix-en-Provence.

Muchos han logrado ser publicados, y muchos no, diversas amistades he creado y muchas caras feas he visto al tener que transmitir a alguien que en efecto sus escritos bien podrían cumplir con la misma función del papel higiénico, pero siempre (y como en muchas historias quizá) voy a recordar a alguien en particular, alguien que conocí, no diré si va a ser publicado o si lo considero bueno o malo, pero una y mil veces podemos vivir tanto en una conversación, y como llegue a esta es lo que a continuación cuento.

Encontrabame en la ciudad de San Salvador, en mi calidad de Sildavio, muchas cosas de esta particular pequeña metrópoli me fascinaban, mucha gente que soñaba vivir caminaban las calles, una corta historia la acompañaba como cualquier otra ciudad latina, y sus pobladores muy prestos a no conocerla misma por corta que fuera, como cualquier otro latino.

Me habían dicho de muchos lugares a los cuales podía visitar para encontrarme con letras tristes, un lugar llamado “Maison de l’art” sonaba muy prometedor, por ello fue mi destino a visitar de entrada.

Llegue a un ambiente muy bohemio, pero como en general no estaba yo acostumbrado, un bohemio vacío y sin alma, las personas hablaban de su enorme erudición artística, y de sus plenos y escondidos talentos, jamás explotados por ese maldito sistema que no los entendía y además los reprimía, pero lastimosamente, nadie tenía talento y neuronas pocas quedaban a costa de la hierba. Cualquier músico creía poder componer, y además creía ser bueno, había unos incluso que tocaban tambores, al unísono tocaban sus tamborcitos y pitaban una y otra vez para guiar su “ritmo” si alguien ha escuchado esa frase de la decadencia de occidente, creo que acá se materializa perfectamente eso y escuchar, como bien dijo alguna vez Richard Ashcroft, su tan famoso y mítico himno urbano en un lugar tan banal como un Mc Donalds.

Salí de ese lugar muy desencantado, pues era en efecto dónde habíanme dicho sería mi mina de oro, así que regrese a mi hotel, pensando en mi regreso a Sildavia.

Antes de salir al aeropuerto baje por un café al restaurante del hotel, y estaba muy vacío, solo había un joven quién en un primer momento, no llamo mi atención.

Mientras tomaba mi café empecé a observar a este joven a quién note, era un tanto singular, leía una edición de Rimbaud en francés, y como no soy muy entendido de esta lengua, supuse por la palabra “enfer” que significaba de Una temporada en el infierno; anotaba mucho en una agenda que consigo tenía.

Quise hablarle, al fin y al cabo pensé, tal vez me pueda llevar una buena conversación de este país.

Cuando me acerque el ni siquiera noto que estaba frente a su mesa, me vio cuando alzo un poco la vista para tomar su espresso.

-Hola, ¿Cómo estás?- dije.

-Bien gracias…- respondió desconcertado.

-¿Puedo sentarme?- pregunté.

-Si usted no es gay si, si no sirva de irse por favor- dijo tajantemente.

-No te preocupes soy casado… y hasta tengo hijos-

-¿Se supone que debo felicitarlo?- dijo finalmente, mientras hacía un gesto con su mano invitándome a sentarme.

-¿Cómo te llamas?-

-¿Quién lo pregunta?-

-Leopoldo Dedalus Caldera, buscador de talentos literarios- y le pase mi tarjeta, la cual vio por un par de segundos sin mucho interés.

-Se ve que su padre era un admirador de Joyce señor Leopoldo-

-En efecto…-

-Cans, Cans Hastorp- y lo escribió en una servilleta para pasármelo, en son de burla y con clara alusión a mi tarjeta.

-¿Qué lees Cans?-

-Me parece que ya lo sabe señor Leopoldo, Una temporada en el infierno de Rimbaud-

-¡Ah Rimbaud, es un amor que dura toda la vida!... ¿y a que te dedicas Hans…- preguntaba, cuando hizo un ademán para que me callara. Estuvimos en silencio mientras sonaba una canción, “ya estás aquí y el paso que dimos es causa y es efecto… cruza el amor yo cruzaré los dedos” decía su letra, de verdad una de las canciones más geniales que he escuchado en mi vida.

-Disculpe usted señor Leopoldo, pero es mala educación hablar cuando suena Cerati, ¿Qué me preguntaba?-

-¿Qué a que te dedicas? Te preguntaba-

-Pues soy estudiante de ingeniería-

-¿Y en ingeniería leen mucho a Rimbaud?-

-¿Y los busca escritores suelen ser tan clasicistas?-

-¿A qué te refieres?-

-Si solo los busca en hoteles lujosos como este-

-La verdad no, en todos lados los busco, acá había terminado ya mi búsqueda, ese olor a plebe medieval me hizo rendirme en un instante-

-jeje… muy graciosa esa frase, y también muy cierta-

-¿no te molesta el que me exprese así?... al fin y al cabo es tu país…-

-¿Por qué habría de?, para empezar es cierto, además cada quién es nacional del lugar que desea, y yo, como Wilde escojo con quienes me relaciono por su apariencia, así que vivir acá, es comicidad pura.

-Cuanta frialdad… eso me agrada-

-Me agrada que le agrade señor, pero en realidad no es frialdad, es simple y sencillamente practicidad, es la naturaleza del hombre ser práctico, aunque poco nos guste reconocerlo, ¿para que buscar en alguien lo que uno es o posee? ¿No le parece tonto?

-Eres todo un personaje muchacho-

-¿Uno de Mafalda?... dígame que Miguelito-

-¿Y escribes Cans?-

-Sí, suelo escribir, aunque como Salinger, aunque sin talento claro está, para mí nada más-

-¿Y que escribes? ¿de que corriente?-

-Pues generalmente letras articuladas sobre papel blanco y sin ninguna corriente, suelo escribir con la ventana cerrada, usted sabe se vuelan los papeles…-

-Ja ja ja… has pasado mi primera prueba, siempre detesto que quieran inventarme mil y una tontería de lo que escriben y como lo escriben, detesto eso-

-¿Gustaría leer algunos de mis escritos?, tengo algunos por acá, son bastante cortos y simples, claro que hago la misma advertencia que algún día las unidades rumanas hicieron sobre sus posibilidades de ayuda a Hitler-

Me paso algunos de sus escritos, relatos en verdad cortos de 2 o 3 páginas, sencillos pero tan encantadores como la conversación que prestaba.

-Son muy buenos Cans, ¿me permites conservar algunos?-

-Sabe… si claro, los que quiera… sabe si dijera que soy de alguna corriente, quizá tendría que decir que soy un escritor Poquitivista, sí, eso sería… soy un abanderado del Poquitivismo-

-Ja ja ja… ¿que?-

-El otro día vi una película de un director gringo, en el cual solo eran 3 personajes, decían poco, bailaban una canción de Screamin’ Jay Hawkins que decía poco, y en general todo era poco, y alguien me hizo una muy mala crítica sobre la misma y me dijo que detestaba el cine minimalista, suponiendo que yo pues creo ser más escueto que un minimalista, así pues tendría que decir que soy un Poquitivista nato-

-De verdad que eres muy ocurrente-

-Bueno señor Leopoldo, ha sido un gusto, pero me parece que ya han terminado de lavar mi auto, que lo deje en el car wash de acá al lado y señor ocurrente debe retirarse-

-El gusto fue mío Cans, mucha suerte con la ingeniería-

Lo vi mientras se marchaba, quizá rondaba los 20 años, despeinado y de all-stars, difícilmente de estereotipar y sin duda, más de comprender. Al pararme para pagar la cuenta me vi con la sorpresa que él había dejado pagada la cuenta, a lo lejos vi hacerme un gesto de despedida con su mano.

jueves, 8 de julio de 2010

De La France, Pays de la loire, Le Mans, Auvers le Hamon, el Sarthe y otros cuentos (o paisajes de cuentos).


If the doors of perception were cleansed, everything would appear to man as it is: infinite.

Parte I: El viaje.
El sábado pasado salí de El Salvador, para embarcarme en esta nueva aventura, esta nueva vida, este nuevo país que ahora me resguarda, tomando la nacionalidad extranjera.
Las despedidas, como siempre son duras, creo que es tácito el sentimiento que me embargo al dejar a mi familia y a un corazón por ahí, que pensaba ya no era mío.
Entre justo al abordaje para el vuelo a Miami, viendo apresuradamente en cada televisor que pasaba, el partido de Argentina, -por lo menos unos cuatro más les van a meter- dijo un señor regordete con una camisa de España riendo, no creo que fuera muy español, su tez y su cajita de pollo campero me hacían pensarlo, aunque su inteligencia bien lo habría podido situar como un perfecto español, además de su pésima forma de vestir. Los pilotos cantaron cada uno de los goles de Alemania, mucha gente en el vuelo hacía caras de dolor y muchas otras se regocijaban e incluso gritaban, y yo, como admirador en mi infancia de la Argentina, únicamente pensaba en lo imbéciles que pueden llegar a ser a veces las personas por su veneración a una persona, aunque al final el fútbol es algo banal, podríamos decir que no hay mayor consecuencia en hacer técnico de un equipo a una persona mediocre, ¡en mi país lo hicieron presidente! Lo más rescatable del vuelo, sin duda “My one and only” una película que ya había visto con anterioridad, pero que volvería a ver una y otra vez, 3 personajes y 1 secundario que la hacen de verdad una película a ver, muy bien creada, entre tanta mediocridad que en estos días (y para ser sinceros, estas décadas) embargan al cine hollywoodense, Renee Zellweger en una actuación únicamente comparable a su belleza, una mujer entrada en cierta edad, que no comprende que su mayor riqueza no es lo que tiene sino lo que es; sus 2 hijos, el mayor un Oscar Wilde en potencia (“soy muy sensible para conducir” de verdad tenía mucho tiempo de no escuchar una frase tan genial en un filme) y el menor, un perfecto Holden Caulfield, que incluso confiesa que “The Catcher in the rye” es su libro favorito; aunado a ellos, el padre músico y mujeriego, que mantiene viva la filosofía que el amar, no se hace en la cama necesariamente. De verdad una película altamente recomendable.
En Miami, me esperaban 3 horas, entre chicles y desodorante pasaba los minutos en el único bar del aeropuerto en dónde se podía ver el juego de España, que soñaba con que el mote de favorito por primera vez fuera por algo, me senté a verlo. Acá si habían españoles y muchos, y sufrían de verdad, menos mal que Paraguay no hizo gol alguno, pues me hubiera visto tentado a celebrarlo, y quizá no hubiera caído en gracia. Raquel se llamaba la puertorriqueña que me atendió, de lo más simpática.
-¿Tú crees que España va a ganar?- me pregunto una, digamos adulto contemporáneo que estaba a la par mía, -pues es probable- le dije -¡hay sí, ojalá que si!- decía muy alegre con su acento colombiano.
-¿Cómo te llamas?-
-¿Ángel, y tú?- heme ahí tuteando, no es de extrañar que cuando regrese llegue con acento jrraaaances.
-Natalia. ¿De dónde eres Ángel?-
-El Salvador… tú de Colombia, ¿cierto?- Notarán, o más bien dicho notaremos, ¿cuando alguien hace burla de un acento o una manera de hablar?
-¡Sí! ¿Cómo lo sabías?.... ¡¡¡¡hay gol, gol goooooool!!!! ¡Qué emoción, España va a pasar!- sonó su celular –¡¡Siiiiiiii mi amor!! Toma, escucha es mi marido que es español- y me pasó su celular, era un ruido de verdad estridente y molesto.
-Que bien- dije, a la vez que fingí una sonrisa.
-Hay no, y yo ya me tengo que ir, ojalá ya no le vayan a empatar, que tengas un rico viaje Ángel, adiós- y se levanto para hacer la fila.
Yo también tenía que abordar un avión, que por alguna manera, se retraso 45 minutos, menos mal que Hesse estaba presto a hacerme compañía, aunque a veces se haga el difícil.
Del vuelo a París, creo no cabe resaltar mucho, un vuelo un tanto vacío, un señor hindú que hablaba poco inglés y nada de francés, a quién su único gesto de emoción que le vi en todo el vuelo, fue el de enojo porque para comer únicamente había carne de res, la discografía completa de Bunbury y muchas horas de vuelo “insomniando” con diversos pensamientos.
Parte II: La llegada.
Todo el mundo se quiere bajar rápido del avión, todo mundo quiere correr en los pasillos del aeropuerto, al final esos 3 minutos de ventaja se vuelven nada al llegar a la fila de control de pasaporte.
-Passport eurrroopeennee- decía una señorita con una pronunciación más nasal y fuerte como ninguna otra antes había escuchado, y un semblante hindú muy notorio, como de costumbre suelen serlo. La cola era larga y aunado a que había una maleta abandonada, por nuestra seguridad iban a cerrar todo el aeropuerto por alrededor de 45 minutos. Se escucha de todo en una fila de pasaportes no europeos en un aeropuerto tan grande como el de París; una dominicana que rondaba los 19 y que se encontraba en plan de eurotrip con su familia (además de muy buen ver), prestando agradable y ligera conversación, que además reía ante cada pronunciación mía sobre sus preguntas sobre como se dice esto u lo otro en francés, hizo que esos 45 minutos parecieran tan simples y cortos como en esencia un padre nuestro.
Pocos minutos tenía según yo, luego de recoger mis maletas para comprar mi billete de TGV destinación Le Mans, menos mal yo había contado mal las horas, y en efecto me di cuenta que tenía una hora más para hacerlo. La cola para comprar billetes de tren era bastante larga y un señor brasileño se debatía arduamente para preguntarme en francés si ahí podía comprar un billete para Bruselas. Finalmente lo compre y tenía aún tiempo para sentarme a descansar antes que el tren llegara.
Al subirme al tren me encontré con que mi asiento estaba ya ocupado por un niño de unos, quizá 4 años, y su madre excusándose me dijo que habían tomado mi asiento porque si estaba lejos de ellos el niño lloraba, pero que tomara el suyo, que era como 2 vagones atrás. Encontré mi nuevo asiento, y aunque había jurado no dormirme para ver todo el camino, en menos de 5 minutos había caído dormido, hasta que un señor me despertó, excusándose, pero que yo ocupaba su asiento, me lo mostro y en efecto era su asiento, bonita pasada, así que ni modo, me toco irme al vagón cafetería, para a base de un espresso, descansar ahí.
Al llegar a Le Mans me esperaba la familia que me iba a albergar y me albergará durante el verano, contento vi 2 caras que me sonreían con un cartelito que llevaba mi nombre escrito.
Durante todo el camino, hablamos sobre particularidades y conocimientos generales ya sea de El Salvador hacia mí, o Pays de la Loire ellos. Maravillado estaba del paisaje, esa campiña francesa que en cuentos había leído nada más, casas grandes, antiguas, extensiones de terreno enormes, viñedos, cerdos, vacas a la par de las cuales nuestras vaquitas parecerían ser crías prematuras suyas, todo eso y más adornaban todo lo que mi vista alcanzaba a ver.
Su casa de lo más bonita, del siglo 14, quizá muy parecida a la que algún día albergo a Golmundo, dos hijos cercanos a mi edad, 2 perras muy bonitas, una labrador de nombre Ethiopie y una teckel llamada Dianne, un gato cuyo nombre es el mismo que el pico más alto de Marruecos al que suelo llamar únicamente mishu-mishu, y para alejarlo, no para acercarlo; estos eran pues, los que iba a pasar a ser rostros familiares durante el verano para mí.

Clichés y tonterías:
Me agrada que nadie te va a juzgar si no te bañas, o te hacen la preguntita tendenciosa de si te vas o no a bañar ese día. Y no digo que no me este bañando.
El inglés de los franceses es verdaderamente foorrrrmidable (you´re for me, for me, fooorrrrrrmidable, la canción más cómica que he escuchado en mi vida, un coro en inglés de una canción que a todas luces denota su nacionalidad).
Es probable que los jóvenes franceses escuchen más rap que todos los jóvenes gringos ya sean afro o alienados white trash.
Había subvalorado enormemente a Michael Bubblé.
En la campiña francesa hay mucha riqueza, de verdad mucha más de la que creía.
La única persona que me ha dicho saber dónde queda El Salvador (y no que si queda cerca de Brasil, o si es en Suramérica o parte de México, o algún estado gringo o si de verdad no tiene ni idea), lo sabía por la MS13.
El miedo de los franceses a aprender otro idioma o la poca competencia que tienen en efecto de hacerlo es únicamente comparable al miedo que siente un salvadoreño a terminar de leer un libro.
En la campiña francesa, en vez de insultar o en el mejor de los casos argüir con un vegetariano, lo harían barbacoa.
Es propio de un idiota salir de su continente sin un adaptador eléctrico.

He deseado ser una canción de Radio Futura.
A diferencia de nuestro país, cuando hace calor se cierran las ventanas para no dejar que entre el calor.
Se asombran de verme correr en las mañanas, pues acá nadie sale a correr en verano, ¡¡mucho calor!!
Acá la vida es eso: vida. Y no, supervivencia.
Creo que la comida hindú parece poco condimentada comparada con la de esta región.
La música en español que se escucha, es la de Manu Chao.

Para los jóvenes acá, el Pastis es más francés que el vino.