“Si fuera un dios haría lo que Neptuno hizo con una ninfa, la transformaría en un hombre”
Sören Kierkegaard
Todo comenzó con un libro de Boris Vian,
Y una sonrisa confidente;
No quedaba tiempo para la discreción,
Ni discreción para ir al ritmo del tiempo;
-¿Cuál es el nombre que acompaña a esos ojos?- pregunto ella,
-No escondas los ojos de quién el nombre demanda – respondió el;
Y quitándose sus lentes tomo el asiento ocupado por las hormigas.
¿En qué momento el contacto tácito del aire se vuelve físico?,
En el momento en que la razón cede.
Por la mañana había entregado al viento un cumplido para el sol,
Y ahora caía en la cuenta que palabras de conformista profirió.
-Eres el sentimiento renacentista- dijo en su oído,
-Y tú un magister simplista- sentenció.
-Había soñado contigo-
-¿Y que son los sueños?-
-Son los niños del subconsciente-
-Tu mano se ha ganado la confianza de mi falda-.
¿Es posible que una princesa se enamore de un simple esclavo del palacio?,
¿O es que acaso al rey le gusta jugar a enamorar cortesanas?
Nuestra inteligencia algunas veces, rebasa nuestros propios límites,
El amor es algo más que un sentimiento de jóvenes dice seduciendo a nuestra conciencia;
Por un tiempo logra engañarla, pero al desaparecer la seducción,
Irónicamente al oído de la ninfa la sentencia de Neptuno reverbera,
Mientras con el alba se marcha.
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