Por: Angel Barrera*
Hans Castorp es un personaje ficticio de la novela La montaña mágica de Thomas Mann, un joven que se proyectaba a ser un ingeniero portuario o naval, pero que por diversas razones, se internó en una clínica y nunca llego a iniciar sus estudios, y sin embargo a lo largo de la novela es identificado como el ingeniero Castorp.
¿Por qué inicio mi escrito de esta manera? Por algo muy sencillo, en nuestro país y para no adjudicarnos la patente, diré que en la gran mayoría de países latinoamericanos, contamos con una gran cantidad de jóvenes con muchísimo potencial que en estos momentos deberían estar estudiando ingenierías y carreras científicas. Deberían estar investigando, pero en cambio están estudiando carreras saturadas, sin mercado laboral, que en general no aportan para el desarrollo tangible del país y una gran parte de ellas, humanísticas. Según la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), el 57% de estudiantes de la región cursan carreras de ciencias sociales y solamente el 16% carreras de ingeniería y tecnología. Esto es para una parte de la población de jóvenes que tienen el privilegio de seguir una formación superior, otra parte y casi la mayoría, no cuentan con este privilegio.
No es que quiera apuntar contra estas carreras, todos los profesionales son necesarios en todos los países, pero llega un momento en que deberíamos hacernos ciertas interrogantes, ¿Cómo es posible tener sociólogos pero ni un tan solo geólogo en un país como el nuestro? ¿Por qué graduamos tantos humanistas en un país con serios problemas de desarrollo?
¿Cuáles podrán ser las razones de esto? Desde mi punto de vista existen dos.
El primero, es que los jóvenes al culminar su bachillerato no son orientados acerca de la situación del mercado laboral en el país y mucho menos, de las áreas en las que existe una carencia de profesionales, aunado al gran problema que muchas veces la decisión de la carrera a seguir, se toma precisamente y para decirlo en buen salvadoreño, a la “carrera”.
El segundo, es sin lugar a dudas la falta de centros especializados para estudiar carreras científicas, si bien es cierto que muchas universidades cuentan con buenas instalaciones y buenos catedráticos, debemos de ser francos y reconocer que comparado con centros educativos incluso de la región, la educación brindada y la formación técnica no es competitiva.
¿Qué han hecho otros países y en qué ha derivado su éxito?
Han especializado y equipado sus centros educativos de ciencias aplicadas y lo han hecho para los dos tipos de educación: la pública y la privada.
¿Cómo lo han hecho?
Para la educación privada, acercando al empresariado a la educación, es importante que el empresario vea el desarrollo que genera hacer ciencia. Se debe fortalecer el nexo casi inexistente entre empresa-universidad. Es una inversión a largo plazo de la que aún no se tiene conciencia en el país.
El problema en ello, es obviamente que una educación privada no está al alcance de todas las personas en el país, ¿Qué puede entonces hacer el gobierno? Hacer lo mismo pero con presupuesto estatal en la UES.
Por ejemplo y lanzando al aire, podría tomar una de las sedes de la UES y convertirla únicamente en facultad de ingenierías y ciencias aplicadas, equiparla a manera que pueda competir con los centros privados, pero que esté al alcance de toda la población que no puede ingresar a estos por razones económicas, siendo obviamente el requisito para entrar un excelente record académico.
Muchas civilizaciones que se quedaron atrás por darle la espalda a la ciencia, pensemos en lo que algún día fue la gran Persia. Otros volvieron a acogerla y retomaron la senda del desarrollo, como China y muchos países de la Europa del Este por nombrar algunos ejemplos. ¿Qué haremos nosotros?
*Ingeniero Agroindustrial y estudiante de maestría en Denominación de origen alimentaria en la Escuela Superior de Agricultura de Angers, Francia.