viernes, 24 de junio de 2011

De cómo Lange Marzeri compro un libro en español que no entendió (I)

Lange Marzeri es un estudiante ecuatoriano de ecología, producción sostenible y cosas así en una Universidad agrícola de un pequeño pueblo del condado de Shropshire. De primera vista podría pasar desapercibido y ser tomado como un simple latinoamericano cualquiera que hace sus estudios de doctorado en Europa, de segunda vista y primer interacción verbal sin embargo, la primera impresión queda aseverada. Cabe resaltar aunque no tenga la más mínima importancia ni coherencia con esta historia, cuya trama a fuerza de ser honestos no cuenta tampoco con una gran dosis de estas, que realizo sus estudios de maestría en Suecia.
Pues sucedió que cierto día con un poco de sol, Lange Marzeri aprovechándolo un poco se decidió a salir a caminar por el pequeño pueblo,  deleitarse un poco contemplando  las exuberantes inglesas a esa hora en que el alcohol no anida aún en su sangre ni el vómito en sus faldas. Con cuanta felicidad caminaba Lange Marzeri por el pintoresco pueblo, pintoresco desde una concepción Berciana claro está, cuando se percato que cruzando la calle se encontraba Linda Hares; antigua novia de Robin Jameson el capitán del equipo de fútbol y antiguamente del de Rugby equipo que dejo debido a unas recomendaciones de su doctor concernientes a su espalda, cuya trascendencia es similar a aquella que indaga sobre los estudios de maestría realizados por Lange Marzeri.
Regresando a nuestro relato Lange Marzeri se decidió a cruzar la calle para platicar un poco con Linda, quién desde que retomó su soltería había pasado a ser la delicia de las codicias de los caballeros del pueblo, no había pasado a ser la delicia de las fantasías de todos porque siendo sinceros, ninguna mente respeto jamás su compromiso con Robin.
Lange lanzó su ataque primero basándose en su pinta de latino indomable, la cual no funciono debido a sus metro y medio de alto por un metro de ancho, así pues que recurrió a la plática interesante que podría brindar sobre ecología, producción sostenible y cosas así. No contaba Lange con que Linda estaba poco menos que nada interesada en la conversación propuesta con fines antionanímicos. Anonadado se encontraba aún Lange y robustas piernas preveía para su noche, sin embargo algo vino a su mente, una última carta a jugar, ir al “book shop” local e intentar buscar algún libro en español para recitar a Linda, quién sabía de antemano gustaba de la lengua, la cultura, la literatura y cosas así. Compró pues Lange uno de los pocos (si no es que el único) libro en español con los que contaba la tienda, el cual además tenía un nombre bastante prometedor y que iba acorde a sus expectativas para con Linda “Las historias prohibidas del pulgarcito”.
Fueron a un parque, no sin antes comprar un par de provisiones para su pic-nic, manjares muy previsibles y suculentos que han acompañado a la sociedad Británica por siglos (Fish and chips, chutney y chili con carne); dispuesto estaba pues Lange, y poniendo todass sus energías, para lograr su cometido de don Juan, a lo negro del Zar.

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