martes, 30 de agosto de 2011

Vámonos a vivir al este del Éden

"Je est un autre... et lui est un connard" (Yo es un otro... y él es un cabrón).

El próximo diálogo entre Cans Hastorp y Virgilio Corneta, podríamos imaginarlo desde un lugar tan cosmopolita como un bello hotel de Provence o La petite Paris hasta un lugar tan vulgar como un conversatorio sostenido vía un celular; con la única diferencia, que tiene como único fin, aquello que plasmaba Nietzsche al inició de uno de sus libros, adueñarse del pasado mañana, y del día siguiente. Con la vaga idea de apelar a un recurrente juego de la infancia, la imagen seleccionada bien podría recordarnos alguna edición de la librería de bolsillo de Boris Vian, y sin quizá (solamente quizá), buscarlo.

-En una carta que Rimbaud escribió, invento esa idea, en la que intentaba plasmar la completa despersonalización del individuo. El individuo en sociedad es distinto al que en realidad es, y como bien decía Wilde la vida consiste en fingir. Explicó Cans.
-Yo a veces... creo que sos culero, francamente. Sentenció Virgilio.
-Es que con vos no se puede hablar pendejo, de verdad que no. Concluyó Cans, que se vio obligado a omitir un otro argumento que incluía a Eugenio Onegin.
-No pendejo, no es eso, es que vos sabes que ando un poco inquieto por aquellito, me interesaría saber mas que opinas de ello. Interrogó Virgilio.
-Vos sabes que opino, por lo demás, consejos no creo que podría tan siquiera pensar el darte.
-¿Por?-
-Vos sabes bien, porque no me vas a escuchar, los consejos y eso estoy seguro que siempre lo tuviste bien presente, solo nos han servido para pasarlos.
-No maje, no es eso, es que...
-Es que nada, no me querrás tratar de pendejo.
-Transgredir...
-Imagino sabrás bien que es quizá la decisión mas importante que hasta este día hayas tomado.
-Claro.
-La vida no es sencilla, la vida no es fácil... y quizá la complicamos mas de la cuenta, incluso aquellos que nos jactamos de nuestra simpleza. Imagino sabes que no nos vamos a volver a ver en un largo tiempo, y no solo a mi, si no a muchos otros mas.
-Ni me lo recordés.
-Aunque no me lo creas... y quizá ni yo mismo lo haga, pero entiendo lo que haces. Siempre te vi como una maleta en la estación del tren. La maleta verá a muchos partir, enamorará a las flores que crecen débilmente en las vías, incluso verá a algunos lanzarse a los rieles, pero en algún momento abordará el tren. Además, para que voy a juzgarte yo, si todos los demás van a hacerlo y de mi no creo que sea eso lo que esperes.
-Lo que espero, es poder decirte algo cuando te vuelva a ver.
-¿El que?.
-Que la vida me ha tratado bien, y que me acostumbré a vivir al este del Edén.
-Yo es un otro dijo Rimbaud, y vos sos un cabrón... seguro que me lo vas a decir. Finalizó Cans.

PD. Te deseo lo mejor, espero siempre seas consciente que tenes un hermano por ahí.... y que mis hijos se van a coger a tus hijas.


lunes, 29 de agosto de 2011

Kolia Kravata


Kolia llego a la mayoría de edad,
el recuerdo de aquel niño desafiante ante el mundo,
y amigo de Alioscha Karamazov
paso a ser únicamente eso,
un recuerdo.
Buscó la libertad,
buscó satisfacer las inquietudes de su alma,
buscó partir,
sin pensar cíclicamente.
Partió de ese vasto continente
al que algunos llaman país,
dejó de lado,
las pocas comodidades 
que algún día conoció,
y en un tren se marchó.
El poco dinero que llevaba,
quedó en alguna vieja botella de vodka
de un agente aduanal,
y las tierras de su familia,
únicamente en su cabeza.
Conoció la soledad,
conoció el frío,
conoció lo que es tener hambre.
Cierto día,
descansando en algún antiguo 
y abandonado coliseo,
teniendo como único espectador al Adriático,
descubrió lo único 
que hasta ese momento,
podía hacer bien.
Sin ser un soldado dalmacio,
dominó cada técnica,
y encontró en el dandismo,
a un amigo.
Krasotkin quedo de lado,
desde esa tarde
pasó a llamarse
Kolia Kravata.