Kolia llego a la mayoría de edad,
el recuerdo de aquel niño desafiante ante el mundo,
y amigo de Alioscha Karamazov
paso a ser únicamente eso,
un recuerdo.
Buscó la libertad,
buscó satisfacer las inquietudes de su alma,
buscó partir,
sin pensar cíclicamente.
Partió de ese vasto continente
al que algunos llaman país,
dejó de lado,
las pocas comodidades
que algún día conoció,
que algún día conoció,
y en un tren se marchó.
El poco dinero que llevaba,
quedó en alguna vieja botella de vodka
de un agente aduanal,
y las tierras de su familia,
únicamente en su cabeza.
Conoció la soledad,
conoció el frío,
conoció lo que es tener hambre.
Cierto día,
descansando en algún antiguo
y abandonado coliseo,
y abandonado coliseo,
teniendo como único espectador al Adriático,
descubrió lo único
que hasta ese momento,
que hasta ese momento,
podía hacer bien.
Sin ser un soldado dalmacio,
dominó cada técnica,
y encontró en el dandismo,
a un amigo.
Sin ser un soldado dalmacio,
dominó cada técnica,
y encontró en el dandismo,
a un amigo.
Krasotkin quedo de lado,
desde esa tarde
pasó a llamarse
pasó a llamarse
Kolia Kravata.
No hay comentarios:
Publicar un comentario