Entre el onirismo y el onanismo,
cuya diferencia poco importa
a las cuatro de la mañana,
vi ese cielo rojo destilante caer.
Todos dormían,
y por ello asumí el rol de Heraldo,
ingrata sorpresa fue el descubrir
esas ventanas de madera.
¿Quién te escucha cuando duerme?
¿Cómo alertar al exterior estando entrañado?
Lance ese último cumplido al viento,
desate mis botas
y contemple el espectáculo,
caótico o perfecto,
en ese momento,
es lo mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario